lunes, 22 de marzo de 2010

Feliz Pascua de Resurrección



autor: Padre Ignacio, parroquia Natividad del Señor (Rosario)



Querida comunidad:
Estamos a un pasito de celebrar el acontecimiento más importante que sucedió en la historia de la humanidad: la Resurrección de Jesucristo. Porque, si bien es cierto que sin Navidad no hubiera habido encarnación, sin Pascua no se hubieran abierto las puertas de la eternidad para reconciliar a la humanidad con Dios y poder aspirar a la felicidad para siempre. Por eso después de un período de tristeza y de dolor; después de la trájica semana de Pasión, después de la muerte, surge la vida y la gran alegría de esa Resurrección.

Así Dios quiso demostrar a los hombres cuánto los ama y como se preocupa de su felicidad, porque Jesús resucita para darnos a todos una esperanza de resurrección.-
Y.....¿ qué significa resurrección?.
Primero debemos comprender bien lo que es la muerte.

Muerte: es todo lo que opone a la vida y no se trata solamente de aquel paso definitivo que daremos al fín de nuestra vida y que nos separará de nuestros seres queridos. La muerte es alejamiento, separación...y siempre es dolorosa.
Cuando padres e hijos no se comprenden, reina la muerte; cuando un matrimonio se separa, existe la muerte; cuando alguien estafa, engaña o levante calumnia hacia otro, hace cundir la muerte.

Como ven, todo entre nosotros es imperfecto y muere.
La resurrección de Jesús fué el comienzo de la victoria definitiva sobre la muerte. Sobre toda clase de muertes. Todo lo que en este mundo era desunión, discordia, engaño, traición, murió con Jesús. Y Él resucitó a la vida, una vida en la que todo lo bueno permanece y crece.-
Se acabó lo provisorio. Él está para siempre vivo en Dios y nos da a nosotros la esperanza de llegar a una vida plena, sin temor, con una confianza infinita y sin sombra de muerte.-


¡Aceptemos con alegría el mensaje de Jesús y Él nos dará la fuerza de su amor!
Recordemos que celebrar la Pascua nos compromete seriamente a vivir la conversión que fuimos preparando poco a poco durante la Cuaresma, y a hacerla realidad resucitando a una vida de diálogo, de comunicación, de tolerancia, de respeto hacia los demás.-


Les deseo a todos mis queridos fieles que Jesús resutitado les de la esperanza de una vida plena en la que el amor y la paz reinen para siempre en sus corazones.


¡ Feliz Pascua, hoy y siempre!



"Bendito sea Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo, que en su gran misericordia nos hizo renacer, por la Resurrección de su Hijo, a una esperanzaviva y eterna"
(1 Pedro. 1, 3)

"El milagroso" Padre Ignacio


Crónicas del país
Todo Rosario habla del "milagroso" padre Ignacio
Por Mariano Wullich (Enviado especial)

ROSARIO.- Dicen que sus palabras traen alivio y que sus manos sanan. Que su sonrisa carismática provoca tanta fe que los fieles se multiplican día tras día. Que su magnetismo es tan grande como las multitudes que lo siguen.
Por eso, todo Rosario habla de él, y el murmullo está llegando al resto del país y a sus fronteras.
Se trata del padre Ignacio, un "cura sanador", según lo definen. Será por eso que alrededor de 80.000 personas ya lo visitaron durante este año en la pequeña capilla de la parroquia Natividad del Señor, ubicada en el barrio Parquefield, al norte de esta ciudad.
Alrededor de él se creó un fenómeno similar al que todavía perdura en González Catán, provincia de Buenos Aires, donde el legendario padre Mario Pantaleo sembró una esperanza de vida para miles de personas.
De piel morena, gestos convincentes, mirada cautivante y una tupida barba, el padre Ignacio llegó a Rosario hace 20 años. Nacido en el humilde pueblo de Balangoda, en Sri Lanka, se ordenó como sacerdote, y su primera misión fue en la Argentina, de donde dicen que ya no se irá.
Perteneciente a un movimiento llamado Cruzada del Espíritu Santo, del que hoy es titular en el mundo, Ignacio Peries era uno de los hijos de Mateo Kurukulasuriya, quien trabajaba en una firma británica fraccionadora de té.
El silencio parece ser norma. El padre Ignacio no da reportajes ni quiere hablar con la prensa. En cuatro oportunidades La Nación intentó consultarlo, pero fue en vano. Tampoco quiere fotos.
Las autoridades de la Iglesia Católica también prefirieron el bajo perfil: igual suerte tuvieron los intentos por consultar al arzobispo Eduardo Mirás.
En Rosario se lo conoce y la gente habla de él sin escepticismo: "Al menos, Ignacio concede una esperanza", es la frase que se repite cuando La Nación pregunta por él.
Todo por los enfermos Desde siempre, el padre Ignacio tuvo la mirada puesta el dolor de los enfermos. Rápidamente, su carisma se apoderó de los fieles y hoy no tiene otra vida que la parroquia, oficiar hasta tres misas diarias, dar charlas a los jóvenes, bendiciones a los adultos y atender entre 300 y 400 personas por día que quieren sanar de algún mal físico o psíquico.
Ayer hubo miles de personas que aguardaban ser bendecidas por Peries. Durante la semana lo hacen otros tantos que en marzo último recibieron un turno para poder verlo y recibir la imposición de sus manos.
De pie en la tarima del altar, Ignacio los atiende por riguroso orden. En grupos de hasta cinco se van ubicando frente a él. El padre se detiene delante de cada uno y les dedica alrededor de dos minutos.
Primero les pregunta por qué han venido y qué les sucede. Luego, toca las partes del cuerpo en las que puede estar la afección, les impone las manos y, en algunas oportunidades, los toma de la nuca y los fieles caen al suelo, en donde prosigue con la "sanación".
La gente se retira exultante de esperanza, con los ojos húmedos de emoción, a veces, o con una sonrisa difícil de esconder por la alegría de haber llegado hasta este hombre que -según él mismo dice- no sabe de dónde saca fuerza física y mental para estar allí tantas horas.
Luego del ritual, un señora con inocultable tonada santiagueña se dirige hacia la calle. Su gesto es otro bien distinto del que mostraba cuando llegó. Se llama María Inés Giménez y tiene 52 años. "Desde que murió mi marido tengo depresiones. Me hablan de cualquier cosa y lloro. Creo que ahora todo cambiará. Al menos, puedo hablar con usted sin llorar; ya lo ve", le indica a quien esto escribe, mientras hace gala de un nuevo estado de ánimo.
Hay gente que dice tener cáncer, o una afección respiratoria. También hay una madre con su hija, que padece síndrome de Down. "Es posible -acepta la mujer- que la Ceci jamás pueda ser como los demás, pero creo que el padre aliviará su futuro."
Alrededor del templo hay un par de puestos que venden bidones de hasta cinco litros que luego serán llenados con agua bendecida por el padre. También hay algunos puestos que ofrecen gaseosas y panchos. En el mostrador de uno de los quioscos, una mujer cuenta que las multitudes son asombrosas y que hay días que llegan ómnibus con creyentes de todas las provincias.
La vendedora no quiere dar el nombre: "Es que desde la parroquia tratan de que esto no se convierta en una romería", dice.
El padre prefiere el bajo perfil. Dicen que quiere alejar lo suyo de toda posibilidad de sensacionalismo. Sólo existe un libro dedicado a él, que se vende en todos los quioscos de revistas y que va por la segunda edición. Allí está el testimonio de Amalia Pettinari, enferma de cáncer que dijo que se recuperó tras confiar en el padre.
También está el de Miguel, un chico con una enfermedad terminal, según los médicos, cuyos pronósticos jamás llegaron a cumplirse. Y el de Deolinda Martínez, que tras un derrame cerebral fue bendecida por el padre y hoy sólo repite: "Gracias a Dios, y al padre Ignacio". E Ignacio comentó: "Yo no soy un sanador, sólo transmito el poder de sanación de Dios. El actúa a través de mí".
Hace poco, el padre ofició una misa en la catedral de Rosario y ni la plaza central bastó para la multitud que se reunió. Como tampoco alcanzan las palabras de los fieles que quieren agradecerle. Ignacio, mientras tanto, calla y sigue.

domingo, 21 de marzo de 2010

Hoy estoy triste......


A pesar de ser un amanecer tan hermoso, con un cielo azul teñido a lo lejos de rojo. un cielo que pareciera decirte, vamos...iniciemos una aventura feliz, el día será para eso....siento que mi corazón se empequeñece....que no participa en este proyecto...
Los años pasan y con ellos se van yendo los seres queridos, un día un familiar, el otro un amigo o una amiga y no puedes evitar el pensar que ya también estás en la fila de los que en cualquier momento te señalan con un dedo y debes partir....Sí, ya se, dirás que mejor ni hable, que estoy pesimista...y en realidad no es así....mas que pesimista diría que realista.....Dios nos creó de esta manera, nunca nos prometió una vida eterna sobre la tierra y menos aún libre de dolores y de tristezas...Desde el día que nacimos comenzamos a morir cada día un poquito.Al principio, aún muriendo florecimos, vivimos la edad de las ilusiones y de las esperanzas, éramos tan sólidas que no nos podía tocar ningún dolor o ninguna desilusión. pero la vida, tan sabia, con dulzura y paciencia nos fue guiando por un camino que al principio estaba bordeado de flores perfumadas y pájaros multicolores...nada nos podía advertir que ese largo camino a lo eterno, no sería siempre así.
Poco a poco comenzaron a disminuir los perfumes de las flores del camino, de pronto cada tanto enmudecían los pájaros del bosque y si bien al principio era casi como una pausa en el camino, éstas cada vez se hicieron más continuas y más prolongadas. Pasamos a través de las despedidas no esperadas, no queridas... por las desilusiones de la juventud que cree que todo es perfecto... pero no lo es... y así, de la mano de la Vida lentamente fuimos aprendiendo las lecciones que nos dictaba el sendero. Formamos una familia, esa fue una vuelta alrededor de un lago apacible que nos llenó el corazón de dulces sentimientos y otra vez creímos que con la llegada de los hijos todo estaba solucionado, queríamos volver junto a ellos a la edad de la inocencia, pero no podía ser, ellos venían mas atrás en el camino y estaban pasando por los verdes campos florecidos que ya habíamos dejado atrás unos cuantos años antes y de pronto la Vida...nuevamente ella, nos hizo ver que ellos también llegarían a ese tramo del camino y que nosotros no teníamos que intervenir en la lección que ella les enseñaría...quién no se rebeló alguna vez queriendo mitigar sus sufrimientos y hacerlos suyos?Pero no es posible, cada cosa a su tiempo, las experiencias ajenas no sirven para otros. y en un momento pasan por nuestra mente como fotografías de un viejo álbum amarillento, los mismos problemas y las mismas alegrías nuestras...cuántas veces tuve la tentación de desobedecer a la Vida y darme vuelta para hacerles alguna recomendación...pero no me imaginé que a esa distancia nuestras voces no se escuchan....y aún viendo que van a tropezar tienes que obedecer a tu compañera y maestra y hacer oídos sordos....Y caminando, caminando y cada vez tropezando mas vamos llegando a senderos de tramos oscuros y silenciosos y cada tanto el canto de un ave nos saca de nuestro letargo y de los pensamientos grises como los que tengo hoy... y ya ves no soy yo la que está pesimista es la señora Vida que me está dando otra lección de paciencia y tolerancia, para las cosas que no van bien y que uno quisiera revertirlas.-Te repito,no soy pesimista, estoy sumergida en un momento de meditación sobre el camino recorrido y él por recorrer, no es mas que una parada al borde del mismo. pero ya seguiré caminando, trataré de recoger flores, de aprender con mas resignación y sin rebeldías las cosas que aún tengo que atravesar....no te aflijas niña....no estoy triste, estoy viendo pasar la vida y haciendo un balance de ella, y sabes una cosa? Me animo a decirte que en mi haber, hay muchas mas cosas positivas, que negativas en el debe ... y eso me hace feliz......
Belkys

Elegia para mi y para tí


Yo seguiré soñando mientras pasa la vida,
y tú te irás borrando lentamente de mi sueño.
Un año y otro año caerán como hojas secas
de las ramas del árbol milenario del tiempo,
y tu sonrisa, llena de claridad de aurora,
se alejará en la sombra creciente del recuerdo.
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Yo seguiré soñando mientras pasa la vida,
y quizá, poco a poco, dejaré de hacer versos,
bajo el vulgar agobio de la rutina diaria,
de las desilusiones y los aburrimientos.
Tú, que nunca soñaste mas que cosas posibles,
dejarás, poco a poco, de mirarte al espejo.
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Acaso nos veremos un día, casualmente,
al cruzar una calle, y nos saludaremos.
Yo pensaré quizá: " Qué linda es todavía."
Tú quizá pensarás: " Se está poniendo viejo "
Tú irás sola, o con otro. Yo iré solo o con otra.
o tú irás con un hijo que debiera ser nuestro.
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Y seguirá muriendo la vida, año tras año,
igual que un río oscuro que corre hacia el silencio.
Un amigo, algún día, me dirá que te ha visto,
o una canción de entonces me traerá tu recuerdo.
Y en estas noches tristes de quietud y de estrellas,
pensaré en ti un instante, pero cada vez menos
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Y pasará la vida. Yo seguiré soñando;
pero ya no habrá un nombre de mujer en mi sueño.
Yo ya te habré olvidado definitivamente
y sobre mis rodillas retozarán mis nietos.
(Y quizá, para entonces, al cruzar una calle,
nos vimos frente a frente, ya sin reconocernos.)
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Y una tarde de sol me cubrirán de tierra,
las manos para siempre cruzadas sobre el pecho.
Tú, con los ojos tristes y los cabellos blancos,
te pasarás las horas bostezando y tejiendo.
Y cada primavera renacerán las rosas,
aunque ya tú estés vieja, y aunque yo me haya muerto.
de José Angel Buesa

viernes, 19 de marzo de 2010

AMOR ADULTO, CARTA A UN AMIGO


No puedo darte soluciones para todos los problemas de tu vida, ni tengo respuestas para tus dudas o temores; pero puedo escucharte y buscarlas junto contigo.
No puedo cambiar tu pasado ni tu futuro; pero cuando me necesites estaré junto a ti.
No puedo evitar que tropieces. Solamente puedo ofrecerte mi mano para que te sujetes y no caigas.
Tus alegrías, tus triunfos y tus éxitos no son míos; pero disfruto sinceramente cuando te veo feliz.
No juzgo las decisiones que tomas en la vida. Me limito a apoyarte, a estimularte y a ayudarte si me lo pides.
No puedo trazarte límites dentro de los cuales debes actuar; pero sí te ofrezco el espacio necesario para crecer.
No puedo evitar tus sufrimientos cuando alguna pena te parta el corazón; pero puedo llorar contigo y recoger los pedazos para armarlo de nuevo.
No puedo decirte quién eres, ni quién deberías ser. Solamente puedo quererte como eres y ser tu amigo. En estos días oré por ti.
En estos días me puse a recordar a mis amistades más preciosas.
Soy una persona feliz: tengo más amigos de lo que imaginaba. Eso es lo que ellos me dicen, me lo demuestran. Es lo que siento por todos ellos. Veo el brillo en sus ojos, la sonrisa espontánea y la alegría que sienten al verme. Y yo también siento paz y alegría cuando los veo y cuando hablamos; sea en la alegría o sea en la serenidad.En estos días pensé en mis amigos y amigas y entre ellos, apareciste tú. No estabas arriba, ni abajo, ni en medio. No encabezabas ni concluías la lista. No eras el número uno, ni el número final. Lo que sé es que te destacabas por alguna cualidad que transmitías y con la cual desde hace tiempo se ennoblece mi vida. Yo tampoco tengo la pretensión de ser el primero, el segundo o el tercero de tu lista. Basta que me quieras como amigo.
Entonces entendí que realmente somos amigos. Hice lo que todo amigo; oré, y le agradecí a Dios que me haya dado la oportunidad de tener un amigo como tú. Era una oración de gratitud, porque tú le has dado valor a mi vida.

JORGE LUIS BORGES

lunes, 15 de marzo de 2010

La Cuaresma en nuestros días

Para algunos obispos, No es pecado comer carne en Cuaresma o en Viernes Santo
El vicario general de la Arquidiócesis Tucumán, Melitón Chávez, y el obispo de la Concepción, José María Rossi, aclararon que la abstinencia de ese alimento puede ser reemplazada para esa época.
Para la Iglesia, según el obispo de Concepción, “hoy el valor más grande es el sacrificio, que no sólo pasa por no comer carne, sino que puede reemplazarse con privarse de algunos lujos para realizar alguna obra de caridad”.
Finalmente, el sacerdote sostuvo que “debemos aprovechar la Semana Santa no como un simple descanso, sino para orar, volver a Dios, encontrarnos con nuestro prójimo, tratar de cambiar para ser mejores, expresar nuestra solidaridad y participar de los signos litúrgicos, que nos ayuden a acercarnos a la espiritualidad”.

martes, 2 de marzo de 2010

El celular de Hansel y Gretel por Hernán Casciari

Anoche le contaba a mi hijita Nina un cuento
infantil muy famoso, el de Hansel y Gretel
de los hermanos Grimm.

En el momento más tenebroso de la aventura,
los niños descubren que unos pájaros se han comido
las estratégicas bolitas de pan,
un sistema muy simple que los hermanitos habían ideado
para regresar a casa. Hansel y Gretel se descubren solos
en el bosque, perdidos, y comienza a anochecer.

Mi hija me dice, justo en ese punto
de clímax narrativo: 'No importa. Que lo
llamen al papá por el celular'.

Yo entonces pensé, por primera vez,
que mi hija no tiene una noción de la vida
ajena a la telefonía inalámbrica.
Y al mismo tiempo descubrí qué espantosa
resultaría la literatura -toda ella, en general- si el teléfono
móvil hubiera existido siempre, como cree mi hija de cuatro años.

Cuántos clásicos habrían perdido su nudo
dramático, cuántas tramas hubieran muerto
antes de nacer, y sobre todo qué fácil se habrían solucionado
los intríngulis más célebres de las grandes historias de ficción.

Piense el lector, ahora mismo,
en una historia clásica, en cualquiera que se le ocurra.
Desde la Odisea hasta Pinocho, pasando por El viejo y el mar,
Macbeth, El hombre de la esquina rosada o La familia de Pascual Duarte.
No importa si el argumento es elevado o popular,
no importa la época ni la geografía.

Piense el lector, ahora mismo, en una historia clásica que conozca al dedillo,
con introducción, con nudo y con desenlace.
¿Ya está?
Muy bien. Ahora ponga un celular en el bolsillo del protagonista.
No un viejo aparato negro empotrado en una pared,
sino un teléfono como los que existen hoy:
con cobertura, con conexión a correo electrónico y chat,
con saldo para enviar mensajes de texto y
con la posibilidad de realizar llamadas internacionales cuatribanda.

¿Qué pasa con la historia elegida?
¿Funciona la trama como una seda,
ahora que los personajes pueden llamarse desde cualquier sitio,
ahora que tienen la opción de chatear,
generar videoconferencias y enviarse mensajes de texto?
¿Verdad que no funciona un carajo?

La Nina, sin darse cuenta, me abrió anoche
la puerta a una teoría espeluznante:
la telefonía inalámbrica va a hacer añicos
las viejas historias que narremos,
las convertirá en anécdotas tecnológicas de calidad menor.

Con un teléfono en las manos, por ejemplo,
Penélope ya no espera con incertidumbre a que
el guerrero Ulises regrese del combate.

Con un móvil en la canasta,
Caperucita alerta a la abuela a tiempo y
la llegada del leñador no es necesaria.

Con telefonito, el Coronel sí tiene quién le
escriba algún mensaje, aunque fuese spam.

Y Tom Sawyer no se pierde en el Mississippi,
gracias al servicio de localización de personas de Telefónica.

Y el chanchito de la casa de madera le
avisa a su hermano que el lobo
está yendo para allí.

Y Gepetto recibe una alerta de la escuela,
avisando que Pinocho no llegó por la mañana.

Un enorme porcentaje de las historias escritas
(o cantadas, o representadas) en los veinte siglos
que anteceden al actual, han tenido como principal
fuente de conflicto la distancia, el desencuentro y la incomunicación.
Han podido existir gracias a la ausencia de telefonía móvil.

Ninguna historia de amor, por ejemplo,
habría sido trágica o complicada,
si los amantes esquivos
hubieran tenido un teléfono
en el bolsillo de la camisa.

La historia romántica por excelencia
(Romeo y Julieta, de Shakespeare)
basa toda su tensión dramática final
en una incomunicación fortuita:
la amante finge un suicidio,
el enamorado la cree muerta y se mata,
y entonces ella, al despertar,
se suicida de verdad. (Perdón por el espoiler).

Si Julieta hubiese tenido teléfono móvil,
le habría escrito un mensajito de texto a Romeo
en el capítulo seis:
M HGO LA MUERTA,
PERO NO TOY MUERTA.
NO T PRCUPES NIHGAS IDIOTCS. BSO.

Y todo el grandísimo problemón dramático
de los capítulos siguientes se habría evaporado.
Las últimas cuarenta páginas de
la obra no tendrían gollete,
no se hubieran escrito nunca,
si en la Verona del siglo catorce hubiera existido la promoción
'Banda ancha móvil' de Movistar.

Muchas obras importantes, además,
habrían tenido que cambiar su nombre
por otros más adecuados.

La tecnología, por ejemplo,
habría desterrado por completo
la soledad en Aracataca y entonces la novela
de García Márquez se llamaría 'Cien años sin conexión':
narraría las aventuras de una familia en donde
todos tienen el mismo nick (buendia23, a.buendia, aureliano_goodmornig)
pero a nadie le funciona el Messenger.

La famosa novela de James M. Cain
-'El cartero llama dos veces'- escrita en 1934 y
llevada más tarde al cine,
se llamaría 'El gmail me duplica los correos entrantes' y
versaría sobre un marido cornudo que descubre
(leyendo el historial de chat de su esposa)
el romance de la joven adúltera con un forastero de malvivir.

Samuel Beckett habría tenido que cambiar
el nombre de su famosa tragicomedia en dos actos
por un título más acorde a los avances técnicos.
Por ejemplo, 'Godot tiene el teléfono apagado o
está fuera del área de cobertura', la historia de dos hombres
que esperan, en un páramo, la llegada de un tercero
que no aparece nunca o que se quedó sin saldo.

En la obra 'El jotapegé de Dorian Grey',
Oscar Wilde contaría la historia de un joven
que se mantiene siempre lozano y sin arrugas,
en virtud a un pacto con Adobe Photoshop,
mientras que en la carpeta Images de su teléfono
una foto de su rostro se pixela sin remedio,
paulatinamente, hasta perder definición.

La bruja del clásico Blancanieves
no consultaría todas las noches al espejo
sobre 'quién es la mujer más bella del mundo',
porque el coste por llamada del oráculo sería
de 1,90 la conexión y 0,60 el minuto;
se contentaría con preguntarlo
una o dos veces al mes. Y al final se cansaría.

También nosotros nos cansaríamos,
nos aburriríamos, con estas historias de solución automática.
Todas las intrigas, los secretos y los destiempos
de la literatura (los grandes obstáculos que siempre
generaron las grandes tramas) fracasarían
en la era de la telefonía móvil y del wifi.

Todo ese maravilloso cine romántico
en el que, al final, el muchacho corre como loco
por la ciudad, a contra reloj, porque su amada
está a punto de tomar un avión,
se soluciona hoy con un SMS de cuatro líneas.

Ya no hay ese apuro cursi,
ese remordimiento, aquella explicación que nunca llega;
no hay que detener a los aviones ni cruzar los mares.
No hay que dejar bolitas de pan en el bosque
para recordar el camino de regreso a casa.
La telefonía inalámbrica -vino a decirme anoche
la Nina, sin querer- nos va a entorpecer las historias
que contemos de ahora en adelante.
Las hará más tristes, menos sosegadas,
mucho más predecibles.

Y me pregunto, ¿no estará acaso ocurriendo
lo mismo con la vida real,
no estaremos privándonos de aventuras novelescas
por culpa de la conexión permanente?
¿Alguno de nosotros, alguna vez, correrá desesperado
al aeropuerto para decirle a la mujer que ama
que no suba a ese avión, que la vida es aquí y ahora?

No. Le enviaremos un mensaje de texto lastimoso,
un mensaje breve desde el sofá.

Cuatro líneas con mayúsculas.
Quizá le haremos una llamada perdida,
y cruzaremos los dedos para que ella,
la mujer amada, no tenga su telefonito en modo vibrador.

¿Para qué hacer el esfuerzo de vivir al borde de la aventura,
si algo siempre nos va a interrumpir la incertidumbre?
Una llamada a tiempo, un mensaje binario, una alarma.

Nuestro cielo ya está infectado de señales y secretos:
cuidado que el duque está yendo allí para matarte,
ojo que la manzana está envenenada,
no vuelvo esta noche a casa porque he bebido,
si le das un beso a la muchacha se despierta y te ama.
Papá, ven a buscarnos
que unos pájaros se han comido las migas de pan.

Nuestras tramas están perdiendo el brillo
-las escritas, las vividas, incluso las imaginadas-
porque nos hemos convertido en héroes perezosos.


Hernan Casciari es el autor de la obra "Mas respeto que soy tu madre" que interpreta con tanto éxito Antonio Gasalla.