miércoles, 22 de diciembre de 2010

No era amor - José Angel Buesa -


No era amor. Fue otra cosa
Pero según murmuran en la ciudad aquella,
yo cometí el delito de inventarte una estrella,
y fue tuyo el pecado de ofrecerme una rosa.


No era amor, no era eso
que se enciende en la sangre como una llamarada;
Era mirar tus ojos y no decirte nada
o acercarme a tu boca sin codiciar un beso.


Tarde para mi hastío,
tarde para tu angustia de mariposa en vano,
era como dos ciegos que se daban la mano,
como dos niños pobres, tu corazón y el mío.


Nada más. Ni siquiera
suspirar en la lluvia de una tarde vacía,
No era amor, fue otra cosa. No se lo que sería
Yo sé que es triste que nadie lo creyera.


José Angel Buesa





martes, 21 de diciembre de 2010

Cuando tu seas viejo - Madelca -


Cuando tú seas viejo e imagines tu futuro incierto,
cuando el pelo encanezca y la piel por los años se aje,


cuando la vista y el oído del todo no te alcancen,
mirarás a los otros casi con desconcierto.


Mirarás a tus pares que allí serán tu espejo,
que mostrarán muchas veces tu imágen,

la imagen que de jóven ni siquiera soñaste,
pero que llega, dulce, tranquila y a la espera de un
beso.


Y entonces será el momento preciso, el del recuerdo
de los que ayer te pidieron que les hablaras claro,


que tuvieras paciencia, cuando aún sin quererlo
olvidaran las cosas que hace un minuto hicieron-


No te fastidies, ten paciencia y ten claro
que un día, tú también, serás un dulce viejo.


autora:


María del Carmen Reyes (Madelca)





Envío - José Angel Buesa -


La vida pasa; la vida rueda...
Quizás se aparten tu alma y la mía,
pero el recuerdo nace y se queda...
Y aunque el deseo no retroceda
y nuestra llama se apague un día,
mientras yo pueda soñar, y pueda
regar mis sueños en la vereda
de la armonía,
tendré la dulce melancolía
de aquellas frases entre la umbría
y aquellos besos en la alameda.


José Ángel Buesa

Recordándote (Un poema de Paula Romero)


Si mis llagas no penetran en tu aliento
Sé que muero cuando en él no puedo ahogarme,
sobrarían las palabras y el intento
de poder con mis manos pronunciarte.


No me niegues el sabor de tus mejillas
ni me impongas tus fronteras para amarte
no resisto mucho tiempo tanto olvido
me sofoco de tan solo imaginarte.


Yo quisiera con mi alma acariciarte
y poder en tu boca hacer un nido,
arraigar mis deseos en tu pecho,
exiliar todas tus penas al besarte.


Impregnar mi corazón de tanto anhelo
me ha llenado de ansiedad el recordarte,
en mi sangre se fundieron tus palabras
tu mirada se gravó como un tatuaje


La inmutable sencillez de contemplarte
y la dulce majestad de ser tu abrigo
me provoca un caudal de tempestades
y la audacia de quien vibra sobre un hilo.


No consigo desviar mis pensamientos,
el quererte me dejó la piel tan frágil,
que vencida ya no trato de olvidarte
y ahora solo me consuelo con amarte.


Paula Romero



viernes, 17 de diciembre de 2010

Navidad



Vino para los hombres la paz de las alturas,
y en el mezquino establo, corona de un alcor,
tras angustiosa noche de maternas torturas,
Jesús cayó en la tierra, débil como una flor.


Música de las cosas alegró las oscuras
bóvedas del pesebre, y en un himno de amor
adoraron al niño las humildes criaturas:
un asno con su aliento, con su flauta un pastor.


Después, los adivinos de comarcas remotas
ofrendáronle mirra, y en sus lenguas ignotas
al pequeño llamaron Príncipe de Salem.

Mientras en el Oriente con pestañeos vagos
dulcemente brillaba la estrella de los magos,
los corderos miraban hacia Jerusalén.


Víctor M. Londoño


(1870 - 1936)





viernes, 10 de diciembre de 2010

Poema de la espera - José Angel Buesa


Yo sé que tú eres de otro y a pesar de eso espero.
Y espero sonriente porque yo sé que un día
como en amor, el último vale más que el primero
tu tendrás que ser mía.


Yo sé que tú eres de otro pero eso no me importa.
Porque nada es de nadie si hay alguien que lo ansía.
Y mi amor es tan largo y la vida es tan corta
que tendrás que ser mía.


Yo sé que tú eres de otro pero la sed se sacia
solamente en el fondo de la copa vacía.
Y como la paciencia puede más que la audacia
tú tendrás que ser mía.


Por eso en lo profundo de mis sueños despiertos
yo seguiré esperando porque sé que algún día
buscarás el refugio de mis brazos abiertos
y tendrás que ser mía.
José Angel Buesa



El Gigante blanco - Al Doctor Favaloro

Así lo vi aquel día...
Paseaba como un ángel que custodia
a los seres que el Señor señalaba.
Y lo admiré; tan grande, tan fuerte y poderoso,
que mis ojos no dejaron de mirarlo un instante.

Cuando se me acercó, sentí algo parecido
a la falta de palabras, al calor en el alma.

El gigante de blanco se paró frente a mí
y con esa humildad que solo es de los grandes,
rozó apenas mi cara, me sonrió con cariño,
me dijo tan solo ¿cómo estás? y siguió su camino
por los blanco pasillos, con su paso cansino
y su mirada clara.

Hacía pocos días, mi corazón, abierto en dos,
descansaba en las manos de quienes él formara
y hoy late tranquilo, ya devuelto a la vida,
que poca le quedaba.


El gigante de blanco me lo había dado todo.
Cuando el mío ya sano, latía, sentía, amaba,
el suyo en mil pedazos
hasta los brazos del Señor llegaba.


María del Carmen Reyes
Madelca.

jueves, 9 de diciembre de 2010

La Hora



Tómame ahora que aun es temprano
y que llevo dalias nuevas en la mano.


Tómame ahora que aun es sombría
esta taciturna cabellera mía.


Ahora que tengo la carne olorosa
y los ojos limpios y la piel de rosa.


Ahora que calza mi planta ligera
la sandalia viva de la primavera.


Ahora que mis labios repica la risa
como una campana sacudida a prisa.


Después..., ¡ah, yo sé
que ya nada de eso mas tarde tendré!


Que entonces inútil será tu deseo,
como ofrenda puesta sobre un mausoleo.


¡Tómame ahora que aun es temprano
y que tengo rica de nardos la mano!


Hoy, y no mas tarde. Antes que anochezca
y se vuelva mustia la corola fresca.


Hoy, y no mañana. ¡Oh amante! ¿no ves
que la enredadera crecerá ciprés?



Juana Ibarbourou