Cuando el amor me llame y no me encuentre,
cuando la voz reclame el eco antiguo,
cuando aquel corazón desordenado
se vuelva contra ti en un alarido,
cuando sean inútiles los hombros
y las manos pesadas de caricias
se desplomen ardientes en la tierra
sin saber de tu noche ni tu día,
cuando el agua con sal de los terrores
fluya de ti, quemante y enemiga,
cuando los pasos queden sin rescate
y tu sangre esté sola y ya perdida,
cuando el ángel sombrío cierre el muro
y ya no puedas ver sino la herida
de tus palmas lamiendo desgarradas
esa frontera fría.
Yo sé.
Como sé hoy, tu soledad de entonces,
tu sola soledad definitiva.
Julia P. Farny
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