fuiste timón de mi barco sin destino
de mi pequeño barco que no hallaba el camino
en las aguas inquietas de atardeceres tristes.
Hiciste que sus velas se hincharan a los vientos,
hiciste que la luna nos cubriera al dormirnos.
Fuiste tu, con alma de viajero, corazón peregrino,
quien hizo que mi vida encontrara su puerto.
No volvió la zozobra a mis noches de invierno,
se alejo de mi vida el miedo despiadado.
Ya no importaba el frío ni los soles de enero,
no importaba la lluvia que mojaba las velas,
era un sueño estar juntos muchas noches enteras
para decir:-
Si partes, regresa. ¡Yo te espero!
Madelca 24/02/01
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