Siento rezar al Zonda
Siento rezar al Zonda
su resuello sobre mi rostro,
resecando hasta el espíritu
agrietando hasta mi sombra.
Sopla, espuelea, reta y exige,
como un domador de santos.
Es el mismo soplo del infierno,
de fuego es el látigo que aflige.
Siembras de desierto el alma mía
y de toscos rostros al oasis.
Solo resta resistir a la sombra
su amarga y lenta letanía.
Zonda chúcaro y malebo
que has osado robar el suelo,
ese suelo de mis cerros,
pintando de agrestes sus sueños
El tiempo te juzga de avaro,
solemne suspiro de espanto,
el cielo te acusa de sucio,
traicionero silbido satánico.
Tus ráfagas saben a heridas salitrosas
tus silencios,
a lágrimas de jarilla dañada
y a quebradas pedregosas.
Y es que a tu fuerza segadora
no se resiste el más fuerte árbol,
castigando al corajudo laburante,
curtiendo así su espalda y su aguante.
Con su brazo aplasta toda obra
y convierte mis surcos en arenales,
borrando mi historia en el desierto,
convirtiendo en páramo mi memoria.
Y es que sufre su eternidad labriega
y nadie entiende sus estrofas,
por ende en sus lágrimas de fuego
no perdona improvisación ni euforia...
Zonda impertinente y malicioso,
deja de azotar con tus victorias,
sobre el fracaso humano
al peregrino
Enfrenta tu límite sur,
repliega tus alas abrasadoras.
Por favor quémate en tu fuego
y vuelve a tu hogar sobre el poniente.
su resuello sobre mi rostro,
resecando hasta el espíritu
agrietando hasta mi sombra.
Sopla, espuelea, reta y exige,
como un domador de santos.
Es el mismo soplo del infierno,
de fuego es el látigo que aflige.
Siembras de desierto el alma mía
y de toscos rostros al oasis.
Solo resta resistir a la sombra
su amarga y lenta letanía.
Zonda chúcaro y malebo
que has osado robar el suelo,
ese suelo de mis cerros,
pintando de agrestes sus sueños
El tiempo te juzga de avaro,
solemne suspiro de espanto,
el cielo te acusa de sucio,
traicionero silbido satánico.
Tus ráfagas saben a heridas salitrosas
tus silencios,
a lágrimas de jarilla dañada
y a quebradas pedregosas.
Y es que a tu fuerza segadora
no se resiste el más fuerte árbol,
castigando al corajudo laburante,
curtiendo así su espalda y su aguante.
Con su brazo aplasta toda obra
y convierte mis surcos en arenales,
borrando mi historia en el desierto,
convirtiendo en páramo mi memoria.
Y es que sufre su eternidad labriega
y nadie entiende sus estrofas,
por ende en sus lágrimas de fuego
no perdona improvisación ni euforia...
Zonda impertinente y malicioso,
deja de azotar con tus victorias,
sobre el fracaso humano
al peregrino
Enfrenta tu límite sur,
repliega tus alas abrasadoras.
Por favor quémate en tu fuego
y vuelve a tu hogar sobre el poniente.
Autor:
Adrián Alonso.
Gracias Adrián por tu gentileza
7 - 3 - 2007
Belkys
Belkys
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