miércoles, 21 de septiembre de 2011

El divino amor

Te ando buscando, amor que nunca llegas,

te ando buscando, amor que te mezquinas,

me aguzo por saber si me adivinas,

me doblo por saber si te me entregas.



Las tempestades mías, andariegas,

se han aquietado sobre un haz de espinas;

sangran mis carnes gotas purpurinas

porque a salvarme, ¡oh niño!, te me niegas.


Mira que estoy de pie sobre los leños,

que aveces bastan unos pocos sueños

para encender la llama que me pierde.



Sálvame, amor, y con tus manos puras

trueca este fuego en límpidas dulzuras

y haz de mis leños una rama verde.


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