lunes, 26 de septiembre de 2011

Está bien, vas con otro, y me apeno y sonrío,

pues recuerdo las noches que temblaste en mi mano,

como tiembla en la hoja la humedad del rocío,

o el fulgor de la estrella que desciende al pantano.



Te perdono, y es poco. Te perdono, y es todo,

yo que amaba tus formas, más amaba tu amor,

y empezó siendo rosa lo que luego fue lodo,

a pesar del perfume y a pesar del color.



Hoy prefiero mil veces sonreír aunque pierda,

mientras pierda tan solo el derecho a tu abrazo,

y no ser el que olvida, mientras él quien recuerda,

y tú bajes el rostro y él lo vuelva si paso.



Quien te lleva no sabe que pasó mi tormento,

y me apena su modo de aferrarse a lo vano,

él se aferra a la rosa, pero olvida que el viento,

todavía dirige su perfume a mi mano.


Y por ser quien conozco tus angustias y anhelos,

te perdono si pasas y si no me saludas,

pues prefiero el orgullo de perderte con celos,

a la angustia que él siente de tenerte con dudas.



Y mañana quien sabe, no sabré si fue rubia,

si canela, o si blanca la humedad de esta pena,

y quizás te recuerde si me adentro en la lluvia,
o tal vez me dé risa si acaricio la arena.

José Angel Buesa








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